Amar desde mi niño interior.



Dos adultos peleando son dos niños heridos peleando.

Cuando escuché esto, me dije, ¡claro!, ¿hasta que punto se olvida todo lo que se ha vivido y aprendido que ha de llevarnos hasta esta situación?

No importa si se tienen 20, 30, 40, 60, 80 y tantos, también se tienen esos 6,7,8 y 16,17,18... inevitablemente siempre los llevaremos con nosotros, somos esos niños y esos adolescentes que fuimos. 

¿Cómo es que se llega a resolver esos conflictos, esas situaciones inconclusas de esas etapas? ¿De qué forma se aprende a sobrellevarlos de una manera sana, en lugar de cargar con ellas hasta el aquí y ahora? 

El error que cometen la mayoría de las personas al estar en una relación es pensar que la otra persona es el problema, que la otra persona es la responsable de hacerlos felices o no, o que la propia relación es la que no funciona en sí.

La realidad es que no funciona por que no se han hecho responsables de sus propios asuntos inconclusos, que se acumulan uno tras otro y cargan tanto que lo depositan en alguien más.

En terapia me he encontrado con tanta frecuencia este tipo de situación, y todo me lleva a encontrar a esa niña o niño herido sentado frente a mi, teniendo problemas de "adultos".

Al escuchar todas estas historias, es casi fundamental preguntar ¿Cómo fue tu infancia, la relación con tus padres, la relación entre ellos? y es casi predecible el llanto que viene de estos niños que no han sanado, y todo el sufrimiento que vieron y vivieron en su infancia.

La repetición de ciclos, de patrones, es tan evidente. 

Alguien busca a papá o a mamá en la otra persona.


Alguien imita a papá o a mamá. Sus carencias, sus miedos, su carácter, su ira, sus rencores, sus inseguridades. 

Se vive cargando algo que no les pertenece.  

Claro que todo es inconsciente, el cambio sucede en el darse cuenta, en el ¿qué estoy haciendo?, ¿qué es lo que hace que reaccione así?, en el verse como un espejo de su propia infancia, de lo no resuelto, de lo no perdonado.

Hay que sanar a ese niño, a esa niña interior, para poder generar relaciones más sanas.

Hay que desaprender todas esas creencias que no te pertenecen.

Hay que empezar a descubrir quién eres, debajo de todo esa bruma que te impide ver, para saber hacia dónde vas, y por último decidir al lado de quién lo harás.

Un niño herido no puede hacerse cargo de otro niño. ¿Qué calidad de relación, qué calidad de amor le puede ofrecer al otro?

¿Y cómo voy a hacerlo?

Primero, deja de comportarte como una víctima. 

Eso es fundamental, cuando te hagas totalmente responsable de tu vida, de tus decisiones y sus consecuencias, estarás dando el paso más importante hacia el cambio. Todo lo que pasa en tu vida, es por que tú lo permites o por que tú lo provocas.


 
Segundo, el darse cuenta sin acción, sin movilizar esa energía no sirve.

¿De qué puede servir saber todo esto y no hacer nada por cambiarlo, el no esforzarte lo suficiente para generar cambios?

Esto también pasa mucho en terapia, las personas van por primera vez y quieren soluciones inmediatas, quieren respuestas inmediatas, cuando han pasado tantos años de su vida cargando en sus espaldas una cosa, tras otra, tras otra, y en 50 minutos quieren que desaparezcan todos esos años en que se han faltado el respeto a si mismos, en que han permitido toda clase de abusos, es más fácil decir no puedo cambiar a no quiero cambiar. 

Los procesos se viven con paciencia, con compromiso, con amor, haciendo lo máximo que puedes en ese momento, no más, no menos, sólo lo suficiente.

Has pasado tantos años generando tu propia autodestrucción, por que no invertir tu energía de hoy en adelante en construirte una vida que merezcas.

Así que los procesos funciona si tú quieres que funcionen, de lo contrario no hay nada más que alguien pueda hacer por ti.



Tercero, respeta el proceso de los demás.

Cada cabeza es un mundo, cada quién camina a su propio ritmo, a su propio tiempo, las vivencias de cada persona son distintas. No pretendas que todos vivan de la forma que tu lo haces. 

No los presiones, no los empujes, aunque a veces un empujoncito no le cae mal a nadie, pero que mejor que con tu propio ejemplo.

Transformarte tú, cámbiate a ti, por ti, y vuélvete una inspiración para el otro.




HOY te invito a que lo hagas, a qué tomes ese primer paso que probablemente sea el más difícil, pero que no te detengas ahí, sigue escalando. 

Imagina por un instante que frente a ti esta esa niña, ese niño, ¿qué le dirías?, ¿le pedirías perdón?, ¿qué es lo que es lo que necesita escuchar?, ¿qué necesita perdonar? 

Ponte en contacto con tu propio niña, con tu propio niño interior, y hablen de sus necesidades, escuchalo, probablemente sea más sabio que tú, pídele perdón por dejarlo tanto tiempo abandonado, haz que perdone también y aprende a perdonarte.









Inicien juntos un nuevo sueño.

Un sueño más sano, más digno, más lleno de amor. 

Ese sueño que se convierta en el resto de tu vida.









¡Hasta la próxima!




No hay comentarios:

Publicar un comentario